Dolores Candelaria Mora Vega, conocida como Lola Mora, nació en El Tala, Obispado del Tucumán, hoy departamento de La Candelaria, provincia de Salta. Según su acta de bautismo, el nacimiento tuvo lugar el 22 de abril de 1867, aunque la versión sobre la fecha del 17 de noviembre de 1866, de origen confuso, fue aceptada por todos sus biógrafos y también por el Congreso de la Nación, que declaró esa fecha como el Día Nacional del Escultor.
      Su biografía, muy ligada a la provincia de Jujuy, es objeto de múltiples desacuerdos y controversias. Fue la primera escultora argentina, investigadora, empresaria, urbanista e inventora. Se dedicó también a la minería y la exploración petrolera, al cine y a la televisión. Inclinada desde la niñez hacia las artes plásticas, estudió primero en su provincia, para continuar luego en Buenos Aires y más tarde en Italia, bajo la tutela de importantes maestros. Ya consagrada, instaló su taller en Roma, en un palacio construido bajo su propia dirección. El lugar se convirtió pronto en un punto de reunión de artistas y personajes de la aristocracia italiana, habiéndolo frecuentado incluso la reina madre Margarita de Savoia, quien llegó a trabar amistad con la escultora tucumana.
      En 1904 regresó a Argentina para instalar un monumento a Juan B. Alberdi en Tucumán y unos bajo relieves en la Casa Histórica de la Independencia, en esa misma provincia. Luego, tras un fugaz viaje a Italia, se instaló en Buenos Aires para dedicarse de lleno a los trabajos del Congreso de la Nación, edificio para el que realizó un importante conjunto escultórico.
      Por sus trabajos gozó de reconocimiento internacional y recibió importantes premios en diferentes países. Algunas de sus obras más famosas son La Fuente de las Nereidas, emplazada en la Costanera Sur (anteriormente en la actual esquina de Alem y Perón), Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estatua de la Libertad y Belgrano y la Bandera Nacional, en el Monumento a la Bandera, en Rosario de Santa Fe. Monumento a Facundo de Zuviría, en los Jardines de Lola Mora del Parque San Martín, en la ciudad de Salta.
      En San Salvador de Jujuy hay actualmente seis obras esculpidas en mármol de Carrara por  Lola Mora. Estos trabajos se emplazaron originalmente en el Congreso de la Nación, en Buenos Aires, cuando el edificio fue inaugurado en 1906 y eran en realidad cinco, no seis, ya que Los Leones tiraban de unas cadenas sostenidas por la mano de La Libertad, en las escalinatas de ingreso al palacio que albergaba las dos cámaras, constituyendo un único conjunto escultórico. Otro tanto ocurría con La Paz, La Libertad y El Trabajo, que conformaban un único grupo en la fachada del Parlamento sobre la esquina de Rivadavia y Entre Ríos. Una controversia política de los parlamentarios, más enfrentados con lo que Lola Mora representaba y con quienes habían encargado el trabajo, que con la propia artista, terminó en 1915 con la remoción de las estatuas bajo el pretexto de que mostraban cuerpos semidesnudos. Primeramente fueron albergadas en depósitos del municipio de la capital, pero más tarde los administradores del mismo consideraron que ocupaban mucho lugar, por lo que las esculturas fueron finalmente donadas a la ciudad de San Salvador de Jujuy. Cuatro de ellas; La Paz, La Libertad (separada ya de sus leones), El Progreso y La Justicia adornan los jardines de la Casa de Gobierno provincial desde 1924. Ese emplazamiento dispuesto por la propia artista, que había arribado a Jujuy a fines de 1923. Los Leones, tras ocupar distintas localizaciones, quedaron ubicados en la plaza Hipólito Irigoyen, en el barrio Ciudad de Nieva. La estatua El Trabajo, por último, se encuentra en la plazoleta Maipú, en el centro de la ciudad. A lo largo de los años estas seis estatuas fueron víctimas del desgaste, de la polución ambiental y sobre todo de actos vandálicos. Aunque fueron restauradas, su puesta en valor aún no se ha completado.
      Lola Mora, en su rol de urbanista, elaboró también un plano de la ciudad de Jujuy, agregando las mejoras que proyectaba para ésta. Había por ejemplo que pavimentar la avenida Centenario (hoy avenida Fascio), por tratarse del “paraje más hermoso" de San Salvador de Jujuy, pues "presenta una forma muy irregular del lado de la barranca, tal como el natural, lo que, como concepto de arte, la coloca en primera línea, porque son muy pocas las ciudades que tienen la situación topográfica de esta ciudad". También hizo propuestas para mejorar el puente Senador Pérez y la comunicación entre la estación de trenes y la Plaza Belgrano mediante la expropiación de la calle Gorriti.
      Finalmente, vencida acaso por su impaciencia ante la burocracia, dejó Jujuy a principios de 1925 e inició una nueva etapa en Salta, donde participó como contratista en el tendido de los rieles del Ferrocarril Transandino del Norte o Huaytiquina, por donde hoy transita el conocido Tren a las nubes. Como urbanista, había desarrollado también el primer proyecto de subterráneos para la ciudad de Buenos Aires y la construcción de un teatro romano.
      Muy vinculada al poder, se le atribuyen relaciones cercanas con diversos personajes del gobierno, como el Presidente Julio Argentino Roca, Bartolomé Mitre o el propio gobernador de Jujuy, Benjamín Villafañe. Lo cierto es que al final de sus días, abandonado ya su trabajo artístico, se dedicó a los negocios, habiendo hecho varios fallidos intentos con actividades mineras y petroleras en Salta. Estos emprendimientos terminaron con su fortuna personal. Finalmente cayó enferma y, sumida en la pobreza, murió en Buenos Aires el 7 de junio de 1936.
      Demasiado identificada con los sectores conservadores de la Argentina de su época, acaso haya terminado siendo un chivo expiatorio y desvalorizándose la importancia de su obra por sus cercanas relaciones con el poder.