El Carnaval en Jujuy, como en toda la región andina de Latinoamérica está vinculado al culto de la Pachamama, la Madre Tierra, que genera la vida y guarda a los muertos. Dos semanas antes de la fecha fijada en el calendario oficial para el inicio del Carnaval, empiezan en Jujuy las tradicionales festividades con el Jueves de Compadres, día en que los hombres de cada pueblo o ciudad se reúnen en casas de familia, sedes de comparsas, peñas, clubes, puestos de los mercados y oficinas gubernamentales y privadas, sin la presencia de mujeres, para beber, comer y cantar en abundancia. Una semana después tiene lugar el Jueves de Comadres, cuando las mujeres solas se reúnen por grupos, de día, para visitar a las amigas llevándoles ramitas de albahaca -símbolo del Carnaval en el NOA- y cantándoles coplas, y durante la noche, para coplear y bailar, comiendo platos del menú regional y bebiendo chicha de maíz. Es muy común, al día siguiente, ver gente enharinada, con las cabezas moteadas de papel picado y serpentinas en los hombros, volviendo a sus casas ya entrada la mañana. Los dos encuentros se van preparando con anticipación ya que se deben componer nuevas coplas y, sobre todo, elaborar la comida; mote de habas y de maíz, picantes de pollo, mondongo y lengua, papas hervidas con queso de cabra, asado de cordero, quesillo con miel de caña, cayote con nuez, etc. En la siguiente semana, el Jueves de Carnaval, se desentierra a Supay o Pujllay, el Diablo, que está desde al año anterior en un mojón cerca del río o al pié de un cerro, con la forma de un muñeco rojo y quién lo toque primero se transformará en el diablo de la fiesta y se disfrazará de tal, adornándose además con espejitos, lentejuelas y cascabeles, cupiéndole la función de armar las parejas en los bailes, donde prevalecerán las cuecas, taquiraris, bailecitos, zambas, sayas y carnavalitos de los típicos repertorios de la Quebrada de HumahuacaBolivia y Perú, si bien en los últimos años se incorporaron la cumbia y otros géneros latinos. El Diablo representa la posibilidad de liberar los deseos reprimidos. Durante el Carnaval Grande y el Chico (los primeros cuatro días y el siguiente fin de semana) cualquier patio es bueno para armar un fortín al que se invita a propios y extraños y que se traslada, especialmente en la Quebrada, a las calles, en las que se baila sin cesar y la celebración adquiere un frenesí imparable en el que se mezclan las clases sociales y culturas en una alegría desbordante.
El Carnaval se cierra con el entierro de Supay o Pujllay, al que se acompaña con ofrendas de bebidas alcohólicas, cigarrillos y de hojas de coca, despidiéndolo hasta el año siguiente.
Aún hay otro festejo, mucho menos concurrido, el tercer fin de semana, el Carnaval de las Flores, en el que se baila y canta y las comparsas festejan los premios obtenidos.